Ha sido complicado escribir un artículo durante la primera aventura en bici por Inglaterra, pero con un par de retoques finales desde casa puedo decir que ha sido el comienzo de muchas más aventuras en bici.
Nunca había sido el más fascinado con el ciclismo, sin embargo la idea de llevar a cuestas la casa con todos los bártulos como si de una autocaravana se tratara, pero con un toque más rural o manual, me había fascinado.
Todo tuvo su peculiar gracia en una aventurilla de este calibre. Para empezar, el proceso de equitación es especialmente entretenido. Hubo que pensar en el fuego, la comida, el dormir y luego extras que hicieron del viaje algo diferente, como una buena cámara para retratarlo o unas cañas de pescar para pasar el rato.
Sinceramente no planeamos muchas rutas concretas, con ello quiero decir que mientras no arriesgásemos nuestras vidas todo pudo ser un camino u opción. Con los días entendí porqué escogimos Cornwall. Después de vivir un tiempo en Londres la conclusión en todos los sentidos es que la capital inglesa es un país completamente diferente del resto de Inglaterra. Quizás la primera sorpresa que me llevé fue el carácter. La gente es más agradable, simpática y educada, incluso algunos son curiosos y se quedaban hablando contigo.
Partimos desde Exeter cruzando todo el parque natural de Dartmoor Forest. Dormimos en granjas o camping, incluso algún día en un campo de golf, el césped de éste último es extremadamente cómodo. Buscar un camping facilitará la comodidad de cualquiera. No es lo mismo levantarse con una ducha que llevar las legañas y el sudor de ayer durante todo el día. El agua potable o un baño serán elementos que agradecerás por unos pocos pounds. En la gran mayoría de granjas observarás un stand en la entrada con productos como huevos, plantas, leche, etc… todo ello podrás comprarlo sin dependiente, simplemente dejando las monedas en un bote como se indica.
Podría describir la ruta exacta pero al final encuentro más interesante recordar los momentos mágicos del viaje como el tren que rodea el río hasta Looe, el Ferry que cruza Bodinnick hasta Fowey, las colinas del parque de Dartmoor Forest, las estrellas del campo de golf de Tavistock, el arco iris de la playa de Par, el restaurante Sam´s en el puerto de Fowey con sus mejillones de río y sus camareras, el Old Quay Inn en el lago Devoran o simplemente las verdes praderas durante todo el trayecto con sus respectivas ovejas, vacas, caballos, liebres y gran variedad de aves que te acompañan. Por otro lado también me queda bien presente la lluvia británica, las subidas de Dartmoor Forest, la pérdida de mi cartera o la arena mojada convertida en barro de Porthtowan.
Al final otros buenos momentos son recompensas o la solución a un problema. Encontrar un melón que habíamos perdido, un buen camping, un río donde pescar, ver una colina desde su cima, son la clase de tesoros que también se aprecian. Hablando de apreciar, esta acción, se transforma dentro de tu escala de valores. El estado de supervivencia te permite ver la verdadera utilidad del fuego, papel o toallitas de bebé, la textura impermeable o infinidad de cosas más. La organización también es una cualidad a mencionar ya que te salvará de momentos angustiantes.
Otro aspecto curioso es que mi compañero y yo nos convertimos en recolectores de ítems, cualquier cosa podía tener su utilidad desde alambre, cuerdas, piedras…
Creo que para definir la mejor sensación de sentirse aventurero es la libertad. Vuelves a tener una mente limpia, sin más preocupaciones que las existenciales: comer, dormir y no pasar frío o calor. Ello provoca una línea de separación con la realidad rutinaria. Se acabaron los problemas académicos, laborales, amorosos e incluso de salud. En mi caso padezco de un problema de hombros y el viaje me ha sentado francamente bien.
No llegamos a Penzance como estaba previsto, pero tocamos la costa norte y sur de Cornwall. Ello me satisface y me llena de energías para dejar lugares para la próxima aventura.
Photos by Fernando Bauzà