miércoles, 20 de julio de 2011

El efecto Mckeennai


No destaca por un sabor a jamón ibérico o verdura, más bien desearía que se acercase a los frutos secos pero queda lejos de ello. Inholoro, de tal forma que todo indica que te estás comiendo algo que no está creado para ser disfrutado o ingerido.
Se intenta llevarlo al cuerpo en ayunas pues su efecto es mayor y con tal de no pensar en la incómoda ingesta, esta suele ser rápida para no prolongarla.
Si no existe una experiencia anterior incluso dudarás de ellas, aunque la desvirgación está por llegar. Una explosión de risa, canalizada anteriormente por una sensación angustiante y extraña, recorrerá tu interior sin control en un momento inesperado. A partir de ese momento todo son intenciones in concluyentes , risas sin motivo ni causa, repeticiones de situaciones y dependiendo del grado alcanzado la deformación de la realidad está presente o la percepción de los colores distorsionada y cambiante es común también.
Mckeennai te lleva a la gloria y al limbo con la misma rapidez que te lleva a las catacumbas o las tinieblas. Ser consciente que estás en sus efectos evita caer en el delirio. No puedes salir del efecto hasta que el propio efecto Mckeennai te lo ordena.
La buena compañía y el buen lugar son claves para sobrellevar la situación. Si en algún momento quieres salir del efecto o te encuentras mal tómatelo con paciencia y espera.
Experiencias anteriores han confirmado que lugares con mucha afluencia de gente o malas compañías pueden hacerte pasar un mal rato aunque por otro lado descubres límites insospechados de la naturaleza humana. Secretos sobre nuestra forma de ser. Momentos donde los sentimientos y el espíritu están a flor de piel. Tu mente trabaja al doble de velocidad creando demasiados pensamientos a la vez, incluso en cierto momento no puedes ni explicarte. Tu cabeza al día siguiente lo padecerá, has utilizado un porcentaje distinto de tu cerebro. El placer de descubrir y sacar esta bestia interior no puede describirse de otra forma que un gusto tremendo acompañado de angustias.
Cada persona es un mundo y todavía recuerdo cuando un día cualquiera en Lisboa Mckannai desformó y amplió mi mundo a su semejanza. Un mundo donde no podíamos salir de una plaza y éramos dirigidos por un Chamán que controlaba nuestro camino espiritual. Donde podías creer y ver lo que tu querías pero solo si de verdad lo deseabas.

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